No ano 1907 Ortega confésase socialista1, e aínda que convida aos intelectuais a renovar a emoción liberal e con ela o liberalismo, este ten que ser socialista. Liberalismo, “bello nombre que ha rodado por Europa y que, por una ironía de la musa gobernadora de la Historia, vino a salir de nuestra oscura tierra. Aunque yo crea que el liberalismo actual tiene que ser socialista”2. Nesta primeira adhesión al liberalismo, transloce o intento de Ortega de superar as antinomias mediante a súa síntese, que, evidentemente se salda en fracaso, por ser o liberalismo incompatíbel co socialismo, se ben hai que matizar que o que Ortega designa con este nome non é propiamente socialismo. Como precisa Ramiro de Maeztu, “Lo que llama socialismo Ortega y Gasset, lo llamaba yo liberalismo en Bilbao, y nuevo liberalismo Melchor Almagro..., y neoliberalismo Vicente Gay en Valladolid, y se llama estatismo o intervencionismo en Barcelona, como podía llamarse moralismo a secas. En el fondo es kantismo, conciencia de la conciencia...”3. Por outra parte, é falso que o liberalismo fose unha planta nacida en territorio español, pois neste só brotou en época tardía e con pouca vitalidade. O que si é español é o nome que se lle deu a un amplo movmento de pensamento que surxe na Europa continental a partir do século XVII e que ten como principais representantes a Locke, Rousseau, Montesquieu, Hume, Kant, Stuart Mill, etc., que se veu designar, a partir das Cortes de Cádiz, co nome de liberalismo e aos seus defensores como liberais.
Ortega colabora a esta altura en Los Lunes de El Imparcial e funda, xunto con Rengifo, a revista semanal Faro4, que publicaría o seu primeiro número en febreiro de 1908. Colabora tamén a partir deste ano na prensa diaria, na que verterá grande parte das súas ideas políticas. Polemiza con La Cierva, sobre a reforma dos costumes; con Ramiro de Maeztu, sobre o problema nacional; Maura e Gamazo, sobre o liberalismo; Menéndez Pelayo, sobre o ensino laico; e, xa en 1909, con Unamuno, polo súa tendencia antieuropeísta.
En 1906 dille Unamuno que aquí só se estima a forza, o talento, pero non a axilidade, o xenio. O xenio crea, o talento conserva e por iso en España todos son conservadores5. Ortega, aludindo ás súas filias relixiósas, pregúntalle: ¿Por qué no se dedica más de lleno a Filosofía de la Religión y le hacemos catedrático de nueva creación con máximo de sueldo en Madrid?”6. Dedicándonos ao misticismo colocámonos fóra de Europa, flor do Universo.
Non se pode chegar a parte algunha por outro camiño que o da ciencia. A respecto da súa teoría “de la fuerza y la agilidad, del elefante y la ardilla, que me apuntaba en su carta me ha dado un mal rato. Me parece errónea y lo que es peor española”7. Cumpre “podar del alma colectiva la esperanza en el genio que viene a ser una manifestación del espíritu de la lotería, y alentar los pasos mesurados y poco rápidos del talento. [...] Prefiero para mi patria la labor de cien hombres de mediano talento, pero honrados y tenaces, que la aparición de ese genio, de ese Napoleón que esperamos”8. Tamén lle confesa, que de España, salvo da familia e noiva, só recibe cartas súas. “Es el caso que habiendo hecho no pocos favores en esta vida a otros bípedos, no tengo un solo amigo. Y no creo que haya puesto más deseo nadie ni más inocencia en la busca de la amistad”9.
Ortega repróchalle en 1906 de ser inxusto no ton da súa carta, reproche que Unamuno considera xustificado. “En las ideas que usted desarrollaba en su carta no quise ver si no (sic) lo que ellas tienen de opuesto a mis sentimientos (no digo ideas) y algo que ha tomado usted de la docta Germania. Y yo me voy sintiendo furiosamente anti-europeo. ¿Que ellos inventan cosas? ¡nvéntenlas! La luz eléctrica alumbra aquí tan bien como donde se inventó”10. En novembro de 1906 transmítelle a súa opinión sobre o devir do catalán. “Y el catalán se pierde, digan lo que quieran. Vela el fenómeno el que se pierde castellanizándose. En mi país una generación habla vascuence y la siguiente castellano puro y neto, en salto; en Cataluña se pasa del catalán a un castellano acatalanado. [...] Y la labor literaria es superficial. El movimiento literario catalán es de productores, no de consumidores, de escritores, no de lectores. Y aunque la oferta hace demanda, eso no puede durar”11.
En 1908 Ortega recoñece a serenidade da correspondencia de Unamuno, que lle fixo “rectificar lo que yo llamo ahora mis injusticias con V”12. Ante a aparición de Faro, en 1908, solicita a Unamuno que lle envíe algún artigo13, aínda que a precaria economía da revista impide que lle encargue unha colaboración asidua14.
En 1911 aplaude a política de Unamuno e reduce a un papel de anécdota a súa metafísica15. Unamuno “vagabundea por los sistemas filosóficos y por los géneros literarios, sin hallar en ninguno madurez, al paso que en la política ha encontrado convicciones permanentes y por lo tanto sustantivas”16, pero manifesta concordar con el no proxecto socialista. “Mejores o peores seremos socialistas”17. En 1912 os ataques mutuos afloran con virulencia. Ortega cualifica de «patraña» algunhas pretensións de Unamuno. “Respecto a la nueva patraña de que hay que cumplir el deber civil que proclama Vd. como si acabara de realizar el descubrimiento de este, habríamos de hablar mucho. Es sobremanera dudoso que aun cuando quisiera Vd. cumplir su deber de catadrático de literatura griega lo haya cumplido Vd. y aún pueda Vd. ya cumplirlo”18. Unamuno contéstalle en termos conciliatorios intentando amainar as diferencias. “Yo procuraré contenerme en mis paradojas -¿que es esto?- y en mis insidias, y usted pese el valor de las palabras, v. gr. patraña, impertinente, etc. etc.”19.
A raíz da súa destitución en 1914 por ter declarado o Rectorado de Salamanca a validez académica dun título de bacharel expedido en Bogotá, que o Ministerio, personalizado polo ministro de Instrucción Pública Francisco Bergamín, considera que é función súa. Unamuno, nervoso e moi preocupado, pide a solidariedade de Ortega. “Sí, mi querido amigo, necesito de usted, de su pluma, de lo que llama su mal genio. Y gracias. No se me ha destituido, se me ha echado como a un perro rabioso, sin que precediera aviso ni reconvención, sin previa tirantez de relaciones, sin quejas de mi conducta. [...] Eso sí, molestaban mis juicios duros sobre el profesorado y el que haya pedido una visita de inspección suponiendo que un catedrático pudiera ser inepto”20. Ortega propón unha guerra de guerrillas para ir levantando presión en toda España e recoméndalle que cale, porque volver a aparecer en persoa sería anti-estratéxico. “Sólo habría un motivo que lo justificase, a saber, que los demás no cumpliésemos con nuestro deber”21.
Ortega publica unha carta na que protesta contra a destitución de Miguel de Unamuno, polo citado ministro de Instrucción Pública, que cualifica dunha gravidade extraordinaria. Os políticos e os grandes financeiros obstínanse en asumir en exclusiva a dirección da nosa raza, afastando aos obreiros, produtores e intelectuais, aos que convida a solidarizarse contra ese feito, síntoma da falta de sintonía entre a España oficial e a vital22. Despois de aludir ao escrupuloso cumprimento do deber no cargo de reitor de Salamanca, “una vida compuesta de austeridad y laboriosidad ejemplares ..., uno de los más altos escritores de España, un hombre de quien la firma ha reconquistado en América el respeto a nuestra raza, ...”23, e ao silencio cómplice da prensa, afirma que “Un hombre honrado no puede ver sin encenderse de indignación que ante su presencia se atropelle a un prójimo que conduce una vida limpia y perfecta, trabajadora y ascética, exento de poder defensivo que el dinero proporciona y sin el ofensivo que las actas de diputado o los fusiles de la guardia civil”24. Quéixase de que aos que non son políticos non se lles fai caso e tamén deixa constancia de que é inimigo extremo de Unamuno, co que compite, non obstante, por unhas mesmas cousas: “por el triunfo del espíritu y por las altas esperanzas españolas”25. Unamuno é vítima do proceso destrutor dos mellores, desa peculiar organización morbosa dunha sociedade que lle fai repeler e inutilizar aos seus individuos máis fortes, da España oficial. “Hay un odio a lo mejor por ser mejor y una simpatía hacia lo abyecto. Esta es la perversión de los instintos valoradores”26. Entre estes mellores está Unamuno, un home que se levanta solitario sobre a árida planeza da alma española, “y hace con los brazos, al crepúsculo dolorido que alumbra las decadencias, unos gestos de energía y de esperanza. ... hombre solitario y sin compromisos, pobre y, sin embargo, constructor, edificador de la conciencia patria que desde un rincón de España, con el instrumento de su existencia pura y valerosa fabrica honor nacional”27.
Con motivo da constitución en marzo de 914 da formación política Liga de Educación Política Española, Ortega quixo integrar a Unamuno nela, e con esta finalidade viaxou a Salamanca para proporlle que aceptase a presidencia da mesma. Unamuno respondeulle: “De forma que usted quiere que yo sea la cabeza y usted el espíritu de dicho partido. Pues ¿sabe lo que le digo?: que yo soy el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de mi propio partido. Y si algún día se formase un partido unamuniano, yo sería el primero que se diese de baja”28.
1. Carta de Ortega a Unamuno de 27/01/1907, en Epistolario completo Ortega-Unamuno (EOU), Ediciones El Arquero, Madrid, 1987, p. 66.
2. «Reforma del carácter, no reforma de costumbres», El Imparcial, (05/10/1907), Obras Completas (O.C.), T. 10, p. 21.
3. FRANCISCO VILLACORTA BAÑOS: Burguesía y cultura: los intelectuales españoles en la sociedad liberal. 1808-1931, Siglo XXI, Madrid, 1980, páxs. 111 a 155.
4. «El señor Dato responsable de un atropello a la Constitución», El Sol, 17/06/1920, en OC, T. 10, pp. 654.
5. Carta de Unamuno a Ortega do 2/12/1906, en EOU, pp. 49-50.
6. Carta de Ortega a Unamuno de 30/12/1906, en EOU, p. 60.
7. Carta de Ortega a Unamuno de 3/01/1907, en EOU, p. 64.
8. Carta de Ortega a Unamuno de 06/01/1904, en EOU, p. 31.
9. Carta de Ortega a Unamuno de 30/12/1906, en EOU, p. 55.
10. Carta de Unamuno a Ortega de 30/05/1906), en EOU, pp. 41-42.
11. Carta de Unamuno a Ortega de 2/11/1906), en EOU, pp. 46-47.
12. Carta de Ortega a Unamuno de 10/02/1907, en EOU, p. 159. Carta de Ortega a Unamuno de 17/02/1907, en EOU, p. 164.
13. Carta de Ortega a Unamuno de 17/02/1908, en EOU, p. 70.
14. Carta de Ortega a Unamuno de 8/03/1908, en EOU, p. 72.
15. «Glosas a un discurso», El Imparcial, 11/09/1911, en OC, T. 10, p. 82.
16. «Glosas a un discurso», El Imparcial, 11/09/1911, en OC, T. 10, p. 82.2. «Reforma del carácter, no reforma de costumbres», El Imparcial, (05/10/1907), Obras Completas (O.C.), T. 10, p. 21.
3. FRANCISCO VILLACORTA BAÑOS: Burguesía y cultura: los intelectuales españoles en la sociedad liberal. 1808-1931, Siglo XXI, Madrid, 1980, páxs. 111 a 155.
4. «El señor Dato responsable de un atropello a la Constitución», El Sol, 17/06/1920, en OC, T. 10, pp. 654.
5. Carta de Unamuno a Ortega do 2/12/1906, en EOU, pp. 49-50.
6. Carta de Ortega a Unamuno de 30/12/1906, en EOU, p. 60.
7. Carta de Ortega a Unamuno de 3/01/1907, en EOU, p. 64.
8. Carta de Ortega a Unamuno de 06/01/1904, en EOU, p. 31.
9. Carta de Ortega a Unamuno de 30/12/1906, en EOU, p. 55.
10. Carta de Unamuno a Ortega de 30/05/1906), en EOU, pp. 41-42.
11. Carta de Unamuno a Ortega de 2/11/1906), en EOU, pp. 46-47.
12. Carta de Ortega a Unamuno de 10/02/1907, en EOU, p. 159. Carta de Ortega a Unamuno de 17/02/1907, en EOU, p. 164.
13. Carta de Ortega a Unamuno de 17/02/1908, en EOU, p. 70.
14. Carta de Ortega a Unamuno de 8/03/1908, en EOU, p. 72.
15. «Glosas a un discurso», El Imparcial, 11/09/1911, en OC, T. 10, p. 82.
17. «Nuevas glosas», El Imparcial, (26/09/1908), en OC, T. 10, p. 87.
18. Carta de Ortega a Unamuno de 22/03/1912, en EOU, p. 105.
19. Carta de Unamuno a Ortega de 21/11/1912, en EOU, p. 106.
20. Carta de Unamuno a Ortega de 03/09/1914, en EOU, pp. 114 e 115.
21. Carta de Ortega a Unamuno de 12/09/1914, en EOU, p. 117.
22. «La guerra y la destitución de Unamuno», El País, 7/09/1914, en OC, T. 10, pp. 256 e 257.
23. «La destitución de Unamuno», El País, 09/1914, en OC, T. 10, pp. 259-260.
24. «La destitución de Unamuno», El País, 09/1914, en OC, T. 10, p. 260.
25. «En defensa de Unamuno», 11/10/1914, en OC, T. 10, p. 264.
26. «En defensa de Unamuno», 11/10/1914, en OC, T. 10, p. 268.
27. «En defensa de Unamuno», 11/10/1914, en OC, T. 10, pp. 266 e 268.
28. ABELLÁN, JOSÉ LUIS, Ortega y Gasset y los orígenes de la Transición Democrática, Espasa calpe, 2000, p. 64.
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